Entradas

Mostrando entradas de septiembre, 2020

Espinosa y Rilke

Imagen
Hemos sabido recientemente, merced a un envío de Joaquín Espinosa, nieto del escritor, que Espinosa comenzó a traducir los Cuadernos de Malte Laurids Brigge , lo que muestra una vez más la posición de avanzadilla que Espinosa siempre tuvo. Aunque esta obra se publicó en 1910, su gran influencia la tuvo en la época existencialista, incluyendo la huella en La náusea de Sartre. Prosas de Rilke hay en el número 5 de “La nueva literatura” (1928), y Espinosa cita a Rilke en su conferencia “Sangre de España”. En su artículo sobre Espinosa, Sebastián de la Nuez da una lista de obras que su profesor y maestro le daba a leer en los años bélicos, incluyendo los Cuadernos de Malte Laurids Brigge . Debe llamarse la atención sobre el contenido fuertemente antirreligioso del libro, que lo hace sin duda nada recomendable por aquellos años. La primera traducción de la obra de Rilke apareció en Losada, o sea en Buenos Aires, el año 1941, y no fue obra de un pajullo, sino de Francisco Ayala. Llevaba un

Agosto de 1936 - Julio de 1938

En ocasiones he sido sometido a juicio por haber cometido el crimen de  no haber publicado y/o estudiado los artículos falangistas de Agustín Espinosa. Esta acusación es absurda cuando no maligna (depende del talante de la persona). Cada uno estudia y publica lo que le place, y a nadie se le ocurriría criticar a un estudioso del Aragon surrealista porque no se ocupa de la basura realista-socialista que perpetró después, o a un crítico de arte que investiga al Dalí de sus buenos tiempos porque no hace lo mismo con su aberrante época de Ávida Dollars. Es verdad de perogrullo que el Aragon estalinista seguía siendo brillante y que Dalí seguía conservando su buen oficio y su paranoia crítica (y hasta su genio, en sus múltiples declaraciones hilarantes y muchas veces certeras), como Espinosa el esplendor tan peculiar de su prosa, pero de ahí a defender la unidad de su trayectoria va un trecho que implica la total confusión o pérdida de valores. Dejan pues de estar “ocultos” los escrito