La poesía de José Duna


Si en el mundo moderno la poesía (verbal o no) se ha convertido en lo secreto por excelencia, no es de sorprender que sea en ella donde encontramos las figuras más insólitas y originales. José Duna es sin duda el más enigmático de los poetas canarios, si es que se le puede asignar ese gentilicio. Dado a conocer a través de la revista ultraminoritaria Insolación, en el almanaque que a ella se consagró podemos encontrar numerosos poemas suyos (páginas 157-235), entre ellos los de la serie cinéfila sunset blvd y los que inician su recurso de las ilustraciones fotográficas propias. Ya en 2021 da a la luz sanatorio san antonio, y recién sale de la imprenta, en no menos primorosa edición, la obra titulada d h b.

¿Y Agustín Espinosa? En primer lugar, José Duna es, como Espinosa, un becqueriano recalcitrante, y la primera parte de d h b no solo se abre con la serie hacia bécquer (ocho poemas inspirados en las leyendas, el último también "hacia cirlot", porque Cirlot no solo es una referencia mayor en José Duna, sino tal vez el más ilustre becqueriano del siglo XX), sino que incluye un poema que, a la vez que remite a "La promesa" de Bécquer, dialoga con Crimen y el motivo de la mano. En segundo lugar, porque yo no dudo de que Agustín Espinosa hubiera estado muy atento a la exigente aventura poética de José Duna, versificador extraordinario pero poeta también de hondura. Espinosa no hubiera dejado de saludar, creo, a su manera entusiasta, libros de poesía canarios recientes como Para llegar a Samarín, de Melchor López, La hoja seca, de Nilo Palenzuela, o El ciego del alba, de Isidro Hernández, libros que además, de una u otra manera, llevan la impronta espinosista.

Damos los enlaces de sus dos últimas publicaciones, el del Almanaque Insolación y el de la página Gran Hotel Insolación, tan ultraminoritaria como aquella revista de los años 80 y donde se conjugan un humor irresistible con una imaginación desaforada.