Las nubes de André Derain

Al final de su "Ensayo de una estética del Valle" (1927), Agustín Espinosa imagina una estatua del Nietzsche esteta "hecha con sombras de nubes deriánicas sobre la pantalla esmeralda mar en tierra del platanar". Aunque muchas de sus referencias plásticas de los años 20 parten del Realismo mágico de Franz Roh, que tanto influyó en España, en este caso es a otros cuadros de André Derain donde va a buscar las nubes nietzcheanas. Uno de los que más nos sorprenden es este de las salinas de Noirmoutier, por su coincidencia con uno de los paisajes más característicos de la isla a que poco después dedicaría Espinosa su libro:


Aunque sin nubes, más cercano a Lancelot está este dibujo, cuya datación tampoco conocemos:


En la "nueva literatura" canaria, Derain nos suena ante todo por el artículo que Ernesto Pestana, el mejor amigo de Espinosa, le dedicó en 1929 y que reproduzco de la edición de Nilo Palenzuela:


Las obras de Derain a que Ernesto Pestana alude en la segunda parte de su artículo son estas:




Por supuesto, Ernesto Pestana acierta en la "situación" de la obra de Derain, pero vale la pena recordar la importancia del artista en André Breton, desde que a los dieciocho años viera en una revista parisina el Retrato del caballero X, que le apareció alejarlo de "la visión convencional":


No solo eso, sino que en 1918 escribe Breton el poema "André Derain", al año siguiente recogido en Monte de piedad, que llevó dos dibujos de Derain. Breton ha trabado amistad con Derain, tanto es así que es quien lo acompaña (a él y a Aragon) en la bella aventura callejera que narra "El espíritu nuevo", artículo publicado en el número inaugural de Littérature (1919) y luego incluido en Los pasos perdidos. En el encuentro con la mujer de vestido a cuadros (motivo de por sí ya muy pictórico) y la única frase que oyen decirle -"Il faudra bien changer"- aparecen ya prefiguradas las aventuras del azar objetivo, que son hoy de lo más fresco del surrealismo, su espíritu de revuelta y su pasión libertaria habiendo vivido ya mejores días. En 1921, Derain le ofrece a Simone Kahn una de sus obras como regalo de sus bodas con Breton, y en el número 18 de Littérature (donde Derain aparece en el juego de las calificaciones con un 18 sobre 20 por parte de Breton, pero solo un 6 en la media)  se publica el ensayo de Breton "Las ideas de un pintor", consagrado al artista, en que celebra su desinterés por "la forma por la forma", ya que "hoy día solo nos esforzamos por recuperar los secretos perdidos", que ha sido quizás la tarea máxima del surrealismo. No tardó, sin embargo, el distanciamiento de Derain a medida que el surrealismo comenzaba a afianzarse, y es algo que resulta menos sorprendente que el entusiasmo bretoniano de este período que va de 1913 a 1921.

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Y ya que hemos hablado de salinas, he aquí una fotografía de las salinas de Janubio (aunque no de noche, cuando Espinosa las imaginaba romantizadas... o surrealistas), precisamente de 1929, con el laberinto de espejos" y hasta un molino que coincide con los que aparecen en el cuadro de Derain: