Lo que el poeta Melchor López vio en Lanzarote

Melchor López es uno de los poetas más valiosos que hay en Canarias, con una depurada trayectoria iniciada en 1995 con Altos del sol y continuada en 1997 con El estilista, en 2003 con Oriental, en 2006 con Fama del día seguido de Escrito en Arrieta, en 2013 con De la tiniebla (dibujos de Stipo Pranyko), en 2014 con Dos danzas, en 2018 Según la luz, en 2020 con Niño y en 2021 con Cuaderno de Cabo Verde, a la espera de que aparezca Para llegar a Samarín, título con el que piensa cerrar su aventura poética, lo que es un propósito no muy de nuestro agrado si tenemos en cuenta que Melchor López nació en 1965 y se encuentra en plenitud de facultades. Esto de nacer lo hizo en la Isla Baja tinerfeña (Los Silos), pero desde hace unos cuantos lustros reside en Lanzarote, cerca de los Jameos del Agua y más concretamente en el cuello marino de la "isla potra" de Agustín Espinosa. Muy interesado por la obra de Espinosa, animó hace unos cuantos años la Bienal dedicada a nuestro escritor, junto a Francisco León y Alejandro Krawietz, otros dos excelentes poetas de la misma generación.

Buscando hace unos días un collage de Anne Éthuin en el trabajo (espléndido) que Marianela Navarro dedicó a Juan Ismael (Los sueños del durmiente. Encuentros con el foto-collage de Juan Ismael, 2007), me deparé con este collage suyo, titulado Vuelven los celestes y datado en 2000:


Inquirido por su labor con los collages fotográficos, Melchor López nos escribe:

"Llevo años, décadas, componiendo fotomontajes; siempre a rachas con intervalos de años entre ellas. Pocas cosas me gustan más, pocas cosas encuentro más placenteras que empuñar unas tijeras -soy hijo de modistilla- y recortar la silueta del cuerpo de una mujer desnuda. Y ese placer es mucho mayor si esa mujer recortada es, como ocurre muchas veces en mi labor de alquimia erótica, objeto real de mi deseo.

Cada vez encuentro menos tiempo para esa práctica. Hace dos años atrás conseguí abrir una puerta en el horror cotidiano y compuse, sentado en otra orilla, la segunda parte de una serie de fotomontajes que he titulado Lo que vi en Lanzarote y otros pertenecientes a otra serie titulada Lo que vi en Tenerife. Todos los fotomontajes que he compuesto los he regalado a mis amigos. De esas dos últimas series conservo escaneados casi todas las piezas. Te las adjunto a continuación en archivos."

Si Vuelven los celestes, con sus Roques de Anaga, debe pertenecer a la serie Lo que vi en Tenerife, la serie que nos ocupa aquí es la lanzaroteña, compuesta por siete imágenes deslumbrantes, que creo hubieran regocijado a Agustín Espinosa: