“Giar”, “Máximo Max’s”

La verdadera identidad de “Giar” ya estaba señalada por Eliseo Izquierdo en su reciente y tan magnífica como útil obra Encubrimientos de la identidad en Canarias. Seudónimos y otros escondrijos en la literatura, el periodismo y las artes (2019). La atribución errónea por parte de Sebastián de la Nuez, que yo propagué, es hasta cierto punto justificable por tratarse de algo ocurrido unos sesenta años atrás, pero extraña dada la amistad que tenía con el propio Gabriel de Armas.

Eliseo Izquierdo nos identifica también a Máximo Max’s, el autor del artículo “Agustín Espinosa García, catedrático y poeta”, publicado el 1 de agosto en 1950 en La Tarde, periódico que, por desgracia, sigue siendo inasequible en la red. Se trata de Aurelio Ballester y Pérez Armas, abogado, periodista, político y novelista nacido en Arrecife en 1894 y que fallecería en Santa Cruz de Tenerife en 1959; comprometido con la República, fue encarcelado y deportado en los años atroces.

En su artículo, escribe Aurelio Ballester: “Espinosa, en su época, señaló un hito en la historia del intelecto canario. Fue un pensador, un definidor, un escritor de cuerpo entero y un poeta que, solo con la creación de imágenes bellísimas, trataba de bombardear la reglada y arcaica Preceptiva a ultranza. Su juventud destelló conjuntos de razonada madurez. ¡Asusta pensar lo que pudo llegar a ser y a hacer este infortunada y galano maestro en la literatura!”. Nombra luego a Xavier Casais y a Agustín Miranda Junco, quienes quieren reaccionar contra el olvido de la figura de Espinosa, desaparecido, como sabemos, once años antes, y se pregunta: “¿Cómo explicar que el Puerto de la Cruz no pregone triunfalmente las efemérides de su nacimiento, lo relevante de su personalidad y la gloria alcanzada por el más logrado, el mejor formado intelectualmente de sus hijos en los últimos tiempos? ¿Cómo permitir que su obra, copiosa, selecta, preñada de audaces rebeldías y de bellezas sin cuento, se halle dispersa, abandonada, olvidada?”. Finalmente, se dirige a Isidoro Luz Cárpenter, alcalde entonces del Puerto y condiscípulo de Espinosa, para que sea él quien “agite las banderas de su fama, cara al límpido horizonte y a las brisas marinas, y haga sonar los claros clarines triunfales anunciando el acto de la glorificación de Agustín Espinosa”.

Recordemos que esta carta de Aurelio Ballester fue seguida de otras más, entre las cuales descuella la del historiador portuense Antonio Ruiz Álvarez (entonces con 32 años), por el siguiente pasaje muy revelador de cómo persistía el odio a Espinosa por su “crimen” y de cómo ese odio no estaba ceñido a sus enemigos de Las Palmas: “Pero no se crea que es muy fácil hacerle un homenaje a Agustín Espinosa. Se lucha con algunos inconvenientes. No agrada a algunos la inmortal figura del autor de Lancelot, Crimen y el Romancero y Cancionero Canario.” 

Señalemos también que desde 1948 Alfonso Armas Ayala había iniciado la lenta recuperación de Espinosa con artículos en aquella Falange que dirigía el ya no tan “justiciero” Giar...