Realejo Bajo
La tumba de Agustín Espinosa ha sido rehabilitada por iniciativa de su hijo, Agustín Espinosa Boissier. El escultor Julio Espinosa Hernández es quien ha realizado el bello trabajo que puede apreciarse en estas fotos sacadas por el propio don Agustín.
Allá por los años 80, con dos amigos estuvimos
varias veces en el cementerio del Realejo Bajo para dejar allí unas flores, e
incluso hicimos varias lecturas de capítulos de Crimen, entre ellos sin
duda el “Epílogo en la isla de las maldiciones”.
Al principio no sabía yo dónde estaba enterrado
Agustín Espinosa, por lo que primero buscamos en el Puerto de la Cruz y luego
en el Realejo Alto. Al fin debí averiguarlo, puesto que los tres amigos
visitamos el camposanto del Realejo Bajo ya totalmente persuadidos de que estaba allí su tumba,
que fui yo por cierto, de los tres, quien por fin la encontró, identificando su
nombre en la bonita cruz de madera clavada en la tierra. Llamaba la atención por
su sencillez en un espacio de pueblo rural que tenía y aún tiene un encanto
especial (tanto el cementerio en sí como su entorno). Recuerdo que la esposa
del escritor, doña Josefina Boissier, me contó que su marido quería estar
enterrado en este cementerio diminuto “para escuchar las conversaciones de las
comadres al atardecer”.
“Un laberinto de cruces entre cales mojadas” es una
de las numerosísimas imágenes preciosas de Crimen, y me es imposible no
pensar al recordarla en este cementerio realejero. Para nosotros, aquella
primera tarde, fue en efecto una búsqueda en un pequeño laberinto.
Doy seguidamente unos pocos registros de aquellas
visitas de los años 80, y agradezco a Margarita Espinosa la información que me
ha dado.